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ANATOMÍA DE LAS AVES

El vuelo es la facultad más característica de las aves y, en consecuencia, todo su
organismo ha experimentado cambios tendentes a favorecerlo. Dichos cambios deben
ser considerados por el veterinario a la hora de solventar los posibles problemas que
pueden presentar las aves cuando son llevadas a la clínica veterinaria. Los amplios
conocimientos anatómicos sobre los mamíferos domésticos que el veterinario adquiere a
lo largo de su formación académica, son fundamentales para conocer las diferencias
más sustanciales que ofrece la anatomía de las aves. Un conocimiento de la anatomía
aviar es imprescindible a la hora de emitir un diagnóstico preciso y establecer el
tratamiento más adecuado. 

La piel de las aves es fina, seca y de color blanco amarillento, con escasos vasos
y terminaciones nerviosas; ello da lugar a que se desgarre con facilidad sin apenas
hemorragia y ausencia de dolor. Pueden realizarse inyecciones subcutáneas a nivel de
los pliegues cutáneos axilar, inguinal y zona dorsal de cuello (en la unión cuello tronco). La epidermis, aunque es fina en todas las zonas pobladas de plumas, se
condensa y cornifica en ciertos lugares, dando lugar a estructuras tales como la
ranfoteca del pico, las uñas o garras y el espolón que presentan ciertas especies en la
cara medial del tarso metatarso. A nivel de este hueso la epidermis también se modifica,
constituyendo escamas similares a las que recubren el cuerpo de los reptiles. Pero, sin 
lugar a dudas, el hecho más característico de la piel de las aves es la presencia de
plumas. Éstas, se definen como formaciones epidérmicas desprovistas de células vivas,
fuertemente queratinizadas y mineralizadas. Las plumas cumplen funciones diversas:
ayudan a controlar la temperatura corporal, sirven de fuerza aerodinámica durante el
vuelo, su coloración permite el camuflaje o la comunicación entre los distintos
individuos. En el adulto se describen tres tipos principales:
 a) Plumas de revestimiento, subdivididas en coberteras (tectrices), remeras
(primarias y secundarias) y timoneras.
 b) Plumones: plumas pequeñas cubiertas por las de revestimiento. En psitácidas
se describe el plumón polvoriento, que contiene pequeños gránulos de queratina que
favorecen la limpieza de todo el plumaje.
 c) Filoplumas o plumas rudimentarias relacionadas con la propiocepción.
 Las plumas se disponen sobre el cuerpo en áreas determinadas denominadas
pterilios, en contraste con los apterios o zonas desprovistas de folículos plumosos. Es
interesante reconocer ambas zonas, al objeto de procurar no dañar los folículos de las
plumas en caso de intervención quirúrgica. Una pluma típica consta de un eje o mástil,
dividido en cañón o cálamo (porción proximal hundida en el folículo) y raquis (zona
distal restante). Este último, a ambos lados presenta una serie de barbas paralelas que
constituyen el estandarte. En su extremo proximal el cañón muestra el ombligo, cicatriz
que encierra la papila de la pluma, constituida ésta por vasos y nervios en una matriz
conectiva. Los movimientos de las plumas obedecen, por un lado, a la existencia de
músculos de fibra lisa, y por otro, a la acción que desempeñan concretos músculos
esqueléticos (mm. tensores patagiales, de la cola, aductor y retractor de las tectrices,
etc...).
El plumaje se renueva periódicamente mediante el proceso conocido como
“muda”. Consiste en la caída de la pluma y su sustitución por otra nueva; el plumaje
cambia una vez al año, casi siempre al final del verano o en otoño, aunque en psitácidas
es normal que la muda suceda durante todo el año. Durante este periodo las aves pasan
por un estado fisiológico de resistencia reducida frente a los agentes patógenos, lo que
debe ser tenido en cuenta por cuidadores y veterinarios. Algunas especies pierden la
mayoría de las plumas al mismo tiempo, mientras que otras lo hacen de forma más
sistemática. Las plumas arrancadas accidentalmente a un ave, excepto las remeras
primarias y secundarias, se reponen en un breve periodo de tiempo si el folículo no está
dañado (de 2 a 4 semanas), mientras que las plumas que han sido cortadas no se 
cambian hasta la muda siguiente. Recordar que la estructura interna del raquis permite
la realización de injertos en plumas imprescindibles para el vuelo (remeras y timoneras).
La dermis desarrolla pulpejos (almohadillas adiposas pobres en vascularización)
que se localizan en la cara plantar de los dedos y a nivel de las articulaciones
metatarsofalangianas. También son especializaciones dérmicas los apéndices carnosos u
ornamentales como la cresta, barbillas, rictus y lóbulo auricular. En ellos la dermis es
gruesa y muy vascularizada, mientras que la epidermis es muy fina y fácilmente
desgarrable, lo cual provoca hemorragias copiosas.
La piel de las aves carece de glándulas sebáceas y sudoríparas, si exceptuamos
las del conducto auditivo externo (sebáceas) y la llamada glándula uropígea. Esta última
encuentra un gran desarrollo en las aves acuáticas y consta de un cuerpo con dos
lóbulos, situados bajo la piel adyacente al pigostilo. Segrega un producto graso rico en
ceras y aceites que permite al ave encerar su plumaje haciéndolo impermeable al agua.
También se ha descrito que algunos componentes del aceite secretado, al exponerse a la
luz solar se transforman en vitamina D3 activada, la cual sería ingerida por el ave al
acicalarse el plumaje. La glándula uropígea no se encuentra en todas las aves;
avestruces, casuares, emúes, pájaros carpinteros, ciertas razas de palomas y las
psitácidas, carecen de ella. El tejido subcutáneo es escaso, aunque en determinadas
zonas corporales (tórax y abdomen) es frecuente el acumulo de tejido adiposo. 

Articulaciones y músculos esqueléticos:
 La musculatura de las aves posee una mayor densidad de miocitos y menos
tejido conectivo que la de los mamíferos. La grasa intramuscular es más escasa y el 
color del músculo depende de la región corporal y la especie. En aves voladoras la
musculatura pectoral es muy roja, indicativo del gran número de fibras musculares ricas
en mioglobina (metabolismo aerobio oxidativo), mientras que en las aves que han
perdido la facultad de volar, dicha musculatura es pálida, debido al predominio de fibras
musculares blancas glicolíticas (metabolismo anaerobio).
 Interesa destacar los músculos implicados en el vuelo. Se trata de los músculos
pectorales, integrantes de la pieza cárnica conocida vulgarmente como “pechuga”.
Generalmente se describen un m. pectoral superficial y un m. pectoral profundo,
también referidos como músculos pectoral torácico y supracoracoideo, respectivamente.
El pectoral superficial se origina en la mayor parte de la superficie de la quilla esternal,
clavícula y membrana esternocoracoclavicular y se inserta en el húmero, en su extremo
proximal (cresta pectoral). Actúa como músculo depresor del ala durante el vuelo. El m.
pectoral profundo se origina en parte de la quilla esternal cubierto por el anterior;
desarrolla un tendón que pasa a través del canal trióseo para insertarse en la superficie
dorsal del extremo proximal del húmero. Actúa como elevador del ala durante el vuelo.
Dicho tendón puede romperse por un traumatismo (choque contra una ventana, por
ejemplo) y entonces es característico observar que el ave no puede levantar el ala. En
este caso es importante proceder a la reparación del tendón, ya que un vendaje del ala
afectada conduciría a la formación de un callo óseo en el canal que acabaría con la
función del mismo. La musculatura pectoral debe ser siempre explorada ya que indica el
estado nutricional del ave y puede ser usada para la aplicación de inyecciones
intramusculares. Se recomienda introducir la aguja en la parte caudal del músculo
pectoral superficial, ya que la craneal presenta un mayor aporte sanguíneo y existe
riesgo de introducir las sustancias en el torrente sanguíneo.
 De entre los músculos propios de ala, destacar la descripción del m. extensor
carporradial. Originado en el epicóndilo medial del húmero, su corto tendón de
inserción se extiende sobre la superficie craneal de la articulación del carpo para
terminar en la apófisis extensora del carpometacarpo. Este tendón puede seccionarse en
una de las alas para impedir el vuelo, ya que de este modo se limita la extensión de ala.
En el miembro torácico, además de los músculos, conviene resaltar la presencia del
propatagio. Se trata de un pliegue triangular de piel en la parte craneal del ala extendido
entre las articulaciones del hombro y el carpo. Su borde craneal está recorrido por el
ligamento propatagial elástico. Para impedir el vuelo, a veces se recurre a una sección
triangular de este pliegue. También es utilizado para colocar las grapas que fijan anillas 
marcadoras en las anátidas. En su superficie ventral puede evidenciarse la vena cutánea
cubital, apropiada para venipuntura en su trayecto sobre la articulación del codo.
 Respecto a los músculos del miembro pelviano, indicar que su función principal
es la de mantener el cuerpo erecto y en equilibrio, además de estar al servicio de la
locomoción, por lo que todos los músculos están bien desarrollados. Pueden utilizarse
para realizar inyecciones intramusculares, aunque siempre considerando que las
sustancias administradas transitan por el riñón antes de incorporarse a la circulación
sistémica, al existir en las aves un sistema venoso porta-renal. Por otro lado, conviene
señalar que muchas aves de percha y de presa presentan el llamado “aparato recíproco”.
Este sistema da lugar a una flexión de las articulaciones interfalangianas de los dedos
del pie siempre que también esté flexionada la articulación del tarso. Ello se debe a que
los tendones de los músculos flexores digitales se tensan a su paso por la cara caudal del
tarso cuando el ave se agacha, dando lugar a una flexión recíproca de las articulaciones
de los dedos. Este mecanismo debe ser tenido en cuenta para desasir a un ave grande.
En la cara medial de la articulación del tarso puede reconocerse la vena tibial
caudal. Su trayecto subcutáneo resulta idóneo para venipuntura en aves de cierto
tamaño. También con fines diagnósticos, como por ejemplo en la enfermedad de Marek,
es interesante saber localizar el nervio ciático a su paso por el muslo, caudalmente al
fémur y cubierto por la musculatura medial del miembro.
 Señalar finalmente que es frecuente la mineralización de los tendones flexores
de los dedos del pie (mm. gastronemio, flexores digitales superficial y profundo) y de
los dedos de las alas, lo que radiográficamente debe ser reconocido como un hecho
normal.
 Los músculos del tronco tienen una importancia menor y los del cuello están
muy desarrollados debido a la movilidad de esta región del raquis. Los músculos
abdominales e intercostales quedan reducidos a delgadas láminas.

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Las aves que vuelan tienen el cuerpo muy liviano, inclusive porque sus huesos son huecos. En algunas partes internas, los huesos poseen nervaduras, como las del ala de un avión para volverlas más fuertes.

El esqueleto de un águila calva, por ejemplo, no pesa más que 300 gramos. Algunos huesos son soldados, esto es, ligados unos a otros de forma de dar una estructura más compacta al ave.

a pelvis es achatada. El esternón (excepto en las ratites) se encuentra unido de un puente cresta en forma de quilla (carena), donde se insertan los músculos de las alas. Los coracoides son muy desarrollados

Las clavículas, unidas por la interclavícula, forman la fúrcula o toracal. Los dedos de i a III forman parte del ala, pero el I o pulgar, se encuentra separado de los demás y constituye el ala bastarda. El metatarso y los elementos distales del tarso, forman el tarso-metatarso

Todas las aves tienen en común características que tornan posible el vuelo, también aquellas que ya perdieron la capacidad de volar (los únicos pájaros que no vuelan son los pingüinos, el avestruz y sus relacionados como el ñandú; así como el kivi y el kakapo, de Nueva Zelanda, entre otros.

La habilidad para el vuelo está reflejada en las características típicas de los pájaros:

  1. Cuerpo Aerodinámico
  2. Miembros anteriores modificados en alas
  3. Cavidades de los huesos rellenas de aire
  4. Ausencia de mandíbulas y dientes, siendo la masticación realizada por la molleja, situada detrás del estómago.
  5. Digestión rápida, sin almacenamiento de alimento
  6. Plumas livianas, que son estructuras muertas e impermeables. Así, no es necesario que existan vasos sanguíneos asociados para nutrirlas
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